Maceió y Porto de Galinhas

Maceió, la capital del Estado de Alagoas tiene una buena playa urbana en el barrio de Ponta Verde, donde estaba mi albergucho. Pero claro, no me banhé ahí, sino que me pillé un tour a las playas del sur del estado: playa del francés, barra de san miguel y la increíble Gunga. En las 2 primeras paramos 15 minutos, y el resto del día lo pasamos en Gunga. Es un territorio privado, pero como el guía turístico es familia del todopoderoso duenho... pues pudimos entrar. Es una zona en la que un lago desemboca en el mar y se crean curiosas corrientes.

En el nordeste brasilenho las aguas toman un color más clarito, como verdoso, y se hacen más transparentes. Creo que es por el color de las arenas y la cantidad de sal que tiene el agua. Aquí no es recomendable tragar agua del mar :)

Al día siguiente conocí a una californiana en el albergue y fuimos a la playa del suenho verde. Es muy bonita, con unos arrecifes de coral que se ven cuando baja la marea. Aquí estoy en un momento de estrés:



Esta chica me contó que cuando estaba en Bolivia se metió en un bus que en vez de 12 horas (las previstas) tardó 26. Que el conductor se paró en un pueblecito, se bajó, y a los 15 minutos alguien dijo que estaba en un bar borracho y que no podía seguir. Así que tuvieron que esperar a que viniera otro. Unas horas más tarde el bus se quedó atrapado en medio de un río... jeje. Así no me extranha.

En el albergue también conocí a un bombero de Gerona, que llevaba unos meses recorriendo Brasil. El anho pasado ya había hecho desde Quito hasta el sur de Argentina. Llevaría unos 10 mil kilómetros. Me ensenhó un video de un pez-buey (manatí, en espanhol) que grabó por ahí cerca. Muy chulo.

El último día en Alagoas me quedé con las ganas de ir a una excursión a Maragogí, en el norte del estado, pero no fui porque el hombrecillo del albergue no me despertó. Era a las 5:15 am :)
Ahora ya me he comprado un reloj con alarma...

El lunes llegué a Porto de Galinhas, en el estado de Pernambuco. Es un clásico del turismo Brasilenho y extranjero. Sus piscinas naturales son famosas por aquí, y la verdad es que lo merecen. Están muy cerquita de la orilla, a unos 100 metros y se puede ir nadando o te llevan en una barquita. Los peces están un poco domesticados, y se acercan para que les des de comer. Se creían que la cámara era comida y la querían morder. Al menos no me mordían a mí, como los de la gruta azul, en la chapada...




Por la tarde fui a la playa de Maracaípe, a unos 2 km de la de Porto de Galinhas. Es super bonita, con zona de surf, aparcamiento para tortugas (desovan por aquí también) y una ensenada con manglares donde hay caballitos de mar. Hice mi primera clase de surf, muy divertida, y el profe me dijo que se me daba bien, así que ya iré al Norte con Uri a practicar...

Los caballitos de mar no los ví, pero en un proyecto de conservación de esta especie pude echar unas fotitos. Había 2 parejas que acababan de tener filhiotes, o hijitos. De 800 a 1200 cada una. Al principio creí que las motitas grises que había en el agua era suciedad, pero cuando me acerqué ví que eran mini caballitos. Muy chulos


En el área de los manglares también ví un para de casitas chulas para quedarse. Voy a mirar precios. Por cierto, para el que esté interesado, una casa en una ciudad por aquí cuesta alrededor de 80 a 100 mil euritos.



Me gusta la mermelada de calabaza, mi preferida.
Ya he probado el zumo de pitanga y de ciruela.
El "porque no te callas" pegó con fuerza también en Brasil.
Antes de llegar no sabía que aquí mi nombre se pronuncia igual que "é aí!" que aquí significa HOLA, QUE TAL, ENTONCES... así que oigo todo el tiempo por la calle mi nombre y no suelo darme por aludido. Lo complicado suele ser cuando me presento: digo mi nombre y me lo vuelven a preguntar, porque se creen que sólo les he saludado :)
Próxima parada: Recife, capital de Pernambuco.