01 septiembre 2013

Corea del Sur

Finales de agosto. ¿Qué puedo hacer en lugar de volver al caluroso Madrid? Pues ir a Corea del Sur, claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Mara se volvió a Madrid y yo era el único occidental del avión. Ahí me di cuenta de que hay mucho japonés que va a Corea a aprovechar las pocas vacaciones que tienen. Me han contado que tienen 10 días, pero que no los suelen disfrutar por solidaridad con los compañeros. Mejor que los Taiwaneses, que hoy me ha dicho uno que tienen 0 días de vacaciones el primer año al entrar en una empresa. Menos mal que no vivo ahí!

Bueno, volviendo a Corea, lo primero que me impactó al llegar a Seúl fue la cantidad y el tamaño de los móviles aquí. Una mano es siempre para el móvil y la otra está libre para hacer lo que sea. Los móviles son como tablets aquí y los usa todo el mundo, hasta las personas mayores. Te voy a comprar un smartphone, mamá!

Los coreanos vivieron bastante tranquilos durante muchos siglos hasta que llegaron los japoneses en el siglo XX y los colonizaron durante 35 años. Ahí terminó la última dinastía (rey que inventó el coreano). Luego los americanos y los soviéticos se dividieron el país y así empezó el problemilla con el vecino del norte. Aquí, por lo que he hablado con la gente, piensan que el líder actual de Corea del Norte está loco, más aún que su padre, pero la población les da realmente pena, e incluso les mandan dinero para que se alimenten.

Ahora son el pueblo más conectado a Internet. Ojito a la realidad virtual que exponen en el museo del folclore, al lado de cómo se tejían sus primeras vestimentas. Y todo esto con música zen de fondo:



Visité un par de palacios con nombres inpronunciables (Gyeongbokgung y Changgyeonggung) y un barrio con casas tradicionales que está en el medio de los dos (Bukchon). Tuve la suerte de ver el cambio de guardia en el segundo de los palacios. Ahora ya sabéis cómo eran los soldados coreanos antiguamente... con muy mala leche y quizás barba postiza...


Inconscientemente y sin meditarlo mucho, me fui al sur, a la segunda ciudad del país: Busan. La idea era ir a la playa, pero no tuve mucha suerte, porque había cerca una tormenta tropical cerca de Japón. A ratitos salía el sol y pude ver que la playa más popular del país es como Benidorm o Gandía. Lo bueno que tiene es que está en la ciudad, pero no es nada del otro mundo. Quizás era por el temporal, pero no dejaban que la gente se bañara, sólo meterse un poquito. Y la gente aquí va a la playa vestida, a hacerse fotos en la orilla para enseñárselas a sus amigos. Estos orientales son muy raros! Al lado podéis el mercado de pescado, que es el más grande del país.

Algo que me impactó aquí fue la cantidad de construcciónes nuevas. Salen rascacielos como champiñones. Me recordó al centro de Toronto o Nueva York. También se ven cochazos de lujo... creo que me perdí andando por el barrio rico. Y como no hacía muy buen tiempo, pasé un buen rato en Shinsegae, la mayor tienda del mundo. Tiene una pista para patinar sobre hielo, cines, y los 3 últimos pisos (del 11 al 14) son para practicar tu swing de golf.


Corea es un país extremadamente verde. En mis viajes de autobús no se podía ver el suelo de las montañas de lo densa que es la vegetación. Lo malo es que casi siempre está nublado! Los coreanos son muy respetuosos y me sorprendió el doble registro de vocabulario que tienen para con los mayores y superiores en las jerarquías sociales. Las dos religiones mayoritarias son el budismo (que llegó de China, y con influencia confunciana) y el cristianismo (protestantes y católicos), aunque la mayoría no es religiosa. Me sorprendieron las casas de consulta de chamanismo coreano en Seúl.

No quise adentrarme mucho en pueblines por pereza, pero sí que fui a Gyeong-ju, una ciudad pequeña llena de templos, antigua capital del reino Silla.Tienen unas tumbas de reyes curiosas, semicírculos enormes cubiertos de hierba y a veces también árboles.  Ahí conocí a Sam, un americano que ha vivido aquí 2 años y me contó muchas cosas curiosas de Corea.



Al volver a Seúl para coger el siguiente avión, quedé con Sosuri, que muy amablemente me llevó a un restaurante para darnos un festín real y tomarnos un heladito coreano! Y luego di una vuelta por el nuevo centro de Seúl, donde quitaron una autopista para sacar a la luz una corriente subterránea y hacearla peatonal.


Próxima parada: Israel

3 comentarios:

Marilla dijo...

Vivan los pulpitos!! Siga disfrutando usted! Requetemuakkk!

johnyrotten dijo...

Depannage virtuel! Le video ne marche pas!

Unknown dijo...

y el smartphone no era para mí?
Un rey que inventó el coreano?
realidad virtual? O.ô!