Tras salir resacoso del lago, como debe ser, crucé el país hacia la costa caribeña. Llegué a Rio Dulce, que tiene poco que ver y ahí descubrí que ya hay algún Yair que ha montado un albergue por mi! Me han quitado la idea, y sobre todo la de los antojitos.
Lo interesante aquí es coger desde Rio Dulce un barquito a Livinston. Es un viaje corto, pero muy bonito. Aquí tenéis un par de fotos.
Tuve mala suerte y me llovíó los dos días, así que salí corriendo hacia la ciudad-pueblo de Flores, en el Petén (norte, frontera con México). Es muy bonita, colorida y está en una islita, donde no cabe un alma. Aquí debajo podéis ver una foto de la isla, desde tierra firme y un cartel curioso de un restaurante.
De Flores salí pitando para el sur, que necesitaba playa. La opción no fue muy acertada (Monterrico) porque es la playa de la capital, el equivalente a Gandía en España. La gente iba a Monterrico de fiesta y era bastante difícil dormir puerta a puerta con la discoteca. Pero bueno, no me voy a quejar :)
También tiene una zona con marismas que se puede visitar con un paseo en barco.
En esta zona van las tortugas a desovar y hay un proyecto para ayudar a protegerlas con mini-museo y todo! En la foto del centro se ve a la gente soltando a las tortuguillas para que lleguen al mar por primera vez (derecha)
Hay que reconocer que los atardeceres de Monterrico sí que son bonitos.
Y en el capítulo de curiosidades del día, el cerdo playero y el dormilón de carretera!
Fin del viaje!
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